Heridas

Ayer estuve en cirugìa ambulatoria, me sacaron un tumor del tamaño de una nuez del área donde se unen la clavícula y el hombro, producto de una serie de negligencias, tanto mìa, por seguir peleando cuando me lo había prohibido (12 peleas, 8 en dos semanas) como de cierta persona que me hizo y me dejó mal hechas algunas puntadas, asì como de un doctor que me diagnòsticò que lo que tenía era un queloide sin revisar antes si tenía mas cicatrices similares, debido a que se la pasaba hablando de homosexualidad y tirándome indirectas al respecto, ahora que lleguen los resultados me confirman si lo que tengo es cáncer o què.

El doctor no me permitió verme la herida porque dijo que me espanto, como si eso fuera lo peor que fuese a ver en mi vida.
Las heridas del cuerpo y del alma llegan, permanecen y se van no porque uno quiera, sino porque es lo que se nos envía. Funcionan de la misma manera y nunca llegan por gusto, exceptuando a la gente que va tras su propia desgracia, nadie quiere pasar por el drama de traer encima una costra que nos recuerda las 24 horas lo que pasò, y con la incertidumbre de no saber què estragos dejarà sobre la piel, o si nuestra vida será igual una vez que abandone la piel, dependiendo de la gravedad comprobamos si mientras tanto podemos seguir llevando una vida normal, pero cuando tenemos una herida profunda la vida cotidiana se ve limitada bastante, tanto por el grado de acción que se nos reduce como por la frustración que causa.

Las heridas que nos dejan las personas por alguno o diversos conflictos personales funcionan de la misma manera, es una barrera que se tiende entre ambas, limitando o anulando todo contacto o interacción con el o los implicados.

Como en el caso de un navajazo, una quemadura o etc, la herida se va cuando debe, no antes y apresurar el proceso solo alarga su permanencia, poco podemos entro meternos en ese proceso, podemos ayudar a que sea un poco mas rápido, o mas lento, mas o menos doloroso, pero el momento de su desaparición definitiva no es algo que dependa de la propia voluntad, se da cuando solo quede rastro de ella y hasta entonces podemos comprobar si a esa persona podremos seguirla viendo como ìntima, como conocida o como desconocida.